Las cuerdas
Unas simples cuerdas tensadas en una caja de resonancia o en un trozo de madera con imanes. Parece sencillo, ¿no?. Bueno, evidentemente detrás de este simplismo hay toda una labor de precisión y perfeccionamiento que se ha dado a lo largo de muchos siglos.
¿Qué tienen los instrumentos de cuerda pulsada que me vuelven tan majara?.
No sabría que responder, ni con letras, ni con palabras. Simplemente me vuelve loco el contacto directo con el instrumento. Yema con cuerda ... y después, púa con cuerda. Sentir en tu pecho esas resonancias, esas vibraciones. Oler esa madera. Satisfacer tu fetichismo con esas formas y colores. Es todo un curioso planeta de evasiones emocionales.
A lo largo de mi vida, he hecho y sigo haciendo muchas cosas. Me siento cómodo delante de un ordenador durante horas, programando, haciendo arreglos, buscando sonidos. Se me pueden pasar las horas muertas mezclando, masterizando, desempolvando mis viejos aparatos electrónicos, cableando el estudio, haciendo mediciones acústicas ...Pero sin duda alguna, lo que más me gusta es tener una guitarra entre mis manos.
¿De dónde me viene mi gusto por la guitarra?. La verdad es que mi padre tocaba una guitarra española de 5000 pesetas en las reuniones con sus amigos. Sus hits eran el "Help!" de Tony Ronald y el "Rock de la Cárcel". Pero a mí lo que me gustaba era tocar el órgano que teníamos con varios sonidos y ritmos sin mucha alma, pero que me encantaban. Recuerdo a mi padre diciendo: "Si yo a tu edad hubiese tenido una guitarra, estaría todo el día con ella". Pero yo con mi órgano ya me conformaba. Quizás es porque agarrar una guitarra al principio y siendo pequeño, es menos agradecido que otros instrumentos. Simplemente hacer que suene medio bien, necesita ya unos buenos meses.
Pero recuerdo perfectamente cuando una mañana de sábado vi a Paco de Lucía en la TV. Supongo que como muchos, me quedé loco. Dije: "Pero si eso suena más grande que un órgano". Y decidí agarrar la guitarra de mi padre. Por ahí perdidas tengo grabaciones de cuando tenía 11 o 12 años, chapurreando esa guitarra. Y así vino después lo que vino. Mi padre me la tenía que esconder para que estudiase un pelín más.
Pues más de 20 años después aquí sigo, enganchado a esta "cabrona".
Salud !